domingo, 25 de agosto de 2013

Tema de Revisión: Síndrome de Churg Strauss

El síndrome de Churg Strauss, conocido también como Granulomatosis eosinofílica con poliangeitis (GEPA) es un proceso caracterizado por vasculitis de pequeño vaso que afecta fundamentalmente al pulmón, granulomas extravasculares e hipereosinofilia. La presentación habitual se da en pacientes con historia de asma de inicio tardío y rinitis alérgica. Se considera una enfermedad rara con una prevalencia de entre 7 a 22 por cada millón de habitantes y una incidencia anual de 1-4 casos por millón de habitantes.

La GEPA se considera una vasculitis p-ANCA sin embargo sólo entre un 25 a 40% de pacientes con GEPA son p-ANCA positivos.

Los criterios de clasificación de la GEPA, del colegio Americano de Reumatología (1990) son los siguientes:

  • Asma. Historia de estornudos o crepitantes agudos difusos en la espiración.
  • Eosinofilia. Eosinofilia mayor del 10% en el recuento diferencial de células blancas de la sangre.
  • Mono o Polineuropatía. Desarrollo de mono o polineuropatía o mononeuropatía múltiple (distribución guante/calcetin) atribuible a vasculitis sistémica.
  • Infiltrados pulmonares. Infiltrados pulmonares migratorios o transitorios en Rx (no incluyendo infiltrados fijos) atribuibles a vasculitis sistémica.
  • Anormalidad de senos paranasales. Historia de dolor paranasal agudo o crónico o hipersensibilidad al tacto u opacificación radiológica de senos paranasales.
  • Eosinofilia extravascular. Biopsia incluyendo arterias, arteriolas o venulas que muestran acumulación de eosinófilos en áreas extravasculares.
Al cumplir 4 de estos 6 criterios se puede establecer el diagnóstico de clasificación con una sensibilidad del 85% y 99.7% de especificidad.

La GEPA se manifiesta en tres fases relativamente fáciles de distinguir:

  1. FASE PRODROMICA: Esta fase puede perdurar por decenas de años y se caracteriza por sintomatología rino alérgica esporádica, intermitente y de distinta intensidad así como manifestaciones clínicas compatibles con el diagnóstico de asma.
  2. FASE EOSINOFILICA: En esta fase es posible identificar eosinofilia en sangre periférica así como infiltrados eosinófilicos en algunos tejidos dando lugar a la pneumonía eosinofílica crónica, el sindrome de Löeffler o la gastroenteritis eosinofílica. Esta fase se caracteriza por recurrencias y remisiones alternantes con un patrón no definido.
  3. FASE SISTEMICA: Entre 3 a 10 años después del inicio de la fase eosinofílica tiene lugar esta fase, definitiva, que denota la instalación de una vasculitis sistémica y que se caracteríza por la presencia de fiebre o febrícula, astenia, pérdida de peso, artralgias y mialgias.
Manifestaciones Respiratorias

La principal manifestación a nivel de las vías respiratorias altas se encuentra en el seno maxilar en forma de sinusitis crónica. Más de 2/3 de pacientes con GEPA presentan historia de rinitis alérgica o poliposis en los senos paranasales.
A nivel pulmonar, la GEPA se manifiesta fundamentalmente como asma de inicio tardío (en la cuarta década de vida) y con una severidad que se incrementa con la progresión de las fases de la enfermedad. Es en esta fase que se pueden identificar infiltrados pulmonares transitorios en la radiología simple de tórax. Es infrecuente la aparición de derrame pleural sin embargo en estos casos, la efusión pleural es fundamentalmente eosinofílica. En la segunda fase de la enfermedad la presencia de infiltrados transitorios es menos frecuente sin embargo la presentación radiológica suele recordar a la pneumonía eosinofílica.

Manifestaciones Cutáneas

Existen seis lesiones dermatóligocas principales: El livedo reticularis, las lesiones urticariformes, la neceosis parcheada cutánea, el fenómeno de Raynaud, la púrpura y los nódulos subcutáneos. Las cuatro primeras manifestaciones juntas tienen una prevalencia que no alcanza el 20% mientras que la púrpura y la nodulosis subcutánea se aprecian en el 50 y 30% de todos los pacientes respectivamente. La lesión histológica fundamental es la constituida por granulomas eosinofílicos así como infiltrados eosinofílicos extravasculares.

Manifestaciones cardiovasculares

La cuarta parte de los pacientes con GEPA presentan efusión pericárdica y hasta un 20% cursan con alguna manifestación de compromiso miocárdico siendo la más frecuente la insuficiencia cardiaca congestiva. Otras manifestaciones incluyen la alteración del ritmo cardiaco y el taponamiento cardiaco. Las manifestaciones cardiacas representan la mayor causa de mortalidad en la GEPA.

Otras manifestaciones

La afectación renal es poco común en la GEPA sin embargo es un marcador de mal pronóstico. Se presentan fundamentalmente en pacientes ANCA positivos y su forma histológica principal es la variedad glomerulonefritis focal segmentaria. A nivel gastrointestinal las manifestaciones clínicas más habituales son la diarrea, el dolor abdominal y el sangrado digestivo. Se puede apreciar en hasta dos tercios de los pacientes y se considera también un factor condicionante de mal pronóstico. Con frecuencias muy variables se ha descrito compromiso oftalmológico en la forma de uveitis, epiescleritis y nodulosis conjuntival.

Pruebas complementarias
  • Eosinofilia superior a 1500 células/mm3, salvo en paciente recientemente expuestos a CEs ya que estos paciente pueden presentar cifras suprimidas de eosinófilos.
  • IgE elevada.
  • Elevación de reactantes de fase aguda
  • Anemia normocítica
  • ANCA positivo en un 30-40% de los casos fundamentalmente MPO. Su positividad se asocia con: Mayor frecuencia de compromiso renal, más síntomas constitucionales, púrpura, hemorragia alveolar, compromiso neurológico (mononeuritis múltiple) y mayor tasa de recidiva.
  • Histología: Vasculitis de pequeño vaso y granulomas extravasculares necrotizantes. 
Factores de mal pronóstico

Se han identificado unos factores que condicionan cambios significativos en la supervivencia a cinco años de pacientes con GEPA, poliangeitis granulomatosa y pananteritis nodosa. Estos factores son los siguientes:

Puntuación de "Cinco Factores": Criterios de riesgo de mal pronóstico en GEPA
Creatinina > 150 micmol/l o 1.7 mg/L
Edad > 65 años
Compromiso gastrointestinal
Compromiso cardiovascular
Ausencia de manifestaciones otorrinofaringeas


Puntuación de "Cinco Factores"
Supervivencia a 5 años
PCF = 0
91%
PCF = 1
79%
PCF > o = 2
60%

Tratamiento en función del pronóstico según la puntuación de "Cinco Factores"


INDUCCION
MANTENIMIENTO
PCF = 0
Casos severos:
Metilprednisolona 7.5 - 15 mg/Kg IV en 60min c/24 h durante 2-3 días.
Casos no severos:
Prednisona oral 1mg/Kg/día durante 4 semanas.

En caso de falta de respuesta inicial o rebrote considerar inmunosupresión adicional: Ciclofosfamida o Azatioprina.
Dosis descendente de Prednisona empezando con PDN 1mg/Kg/día a lo largo de 9 a 18 meses.
PCF > o  = 1
Metilprednisolona 7.5 - 15 mg/Kg IV en 60min c/24 h durante 2-3 días +
Ciclofosfamida o Rituximab
CIC IV: 0.5 a 1.2 g IV a la semana 0 y 2 y luego cada 3 o 4 semanas hasta el 6º o 9º pulso. Alternativa: 0.6g/m2 en la semana 0, 2, 4 y luego 0.7g/m2 cada 3-4 semanas hasta el 6º o 9º pulso.
CIC Oral: 2mg/K/día hasta 200mg/día durante 3 o 4 meses.
RTX: 375 mg/m2 por semana, 4 semanas o 1g/sem en la semana 0 y 2.
Si se indujo con CIC se utiliza
Azatioprina, Metotrexate o Leflunomida.
Azatioprina: 2mg/K/día
Metotrextae: 0.3mg/K/sem.
Leflunomida: 20mg/día.
Tiempo: No hay consenso.

Si se indujo con RTX se puede NO dar terapia de mantenimiento o hacerlo cada 6 meses o sólo en pacientes cuyos ANCA se vuelven positivos nuevamente o no se consiguen negativizar.



Otros tratamientos coadyuvantes:
·          Profilaxis contra pneumocystis jiroveci
·         IECAs en pacientes con hipertensión asociada a vasculitis renal.

Fuentes consultadas
  • Moosig F. L6. Eosinophilic granulomatosis with polyangiitis: future therapies. Presse Médicale Paris Fr 1983. abril de 2013;42(4 Pt 2):510-2.
  • Kajihara H, Tachiyama Y, Hirose T, Takada A, Takata A, Saito K, et al. Eosinophilic coronary periarteritis (vasospastic angina and sudden death), a new type of coronary arteritis: report of seven autopsy cases and a review of the literature. Virchows Arch Int J Pathol. febrero de 2013;462(2):239-48.
  • Cottin V, Cordier J-F. Eosinophilic lung diseases. Immunol Allergy Clin North Am. noviembre de 2012;32(4):557-86.
  • Cojocaru M, Cojocaru IM, Silosi I, Vrabie CD. Pulmonary manifestations of systemic autoimmune diseases. Maedica (Buchar). julio de 2011;6(3):224-9.
  • Ramentol-Sintas M, Martínez-Valle F, Solans-Laqué R. Churg-Strauss Syndrome: an evolving paradigm. Autoimmun Rev. diciembre de 2012;12(2):235-40.
  • Alfaro TM, Duarte C, Monteiro R, Simão A, Calretas S, Nascimento Costa JM. Churg-Strauss syndrome: case series. Rev Port Pneumol. abril de 2012;18(2):86-92.
  • Whyte AF, Smith WB, Sinkar SN, Kette FE, Hissaria P. Clinical and laboratory characteristics of 19 patients with Churg-Strauss syndrome from a single South Australian centre. Intern Med J. julio de 2013;43(7):784-90.
  • Rich EN, Brown KK. Treatment of antineutrophil cytoplasmic antibody-associated vasculitis. Curr Opin Pulm Med. septiembre de 2012;18(5):447-54.
  • Holle JU, Gross WL. Treatment of ANCA-associated vasculitides (AAV). Autoimmun Rev. febrero de 2013;12(4):483-6.
  • Marzano AV, Vezzoli P, Berti E. Skin involvement in cutaneous and systemic vasculitis. Autoimmun Rev. febrero de 2013;12(4):467-76.
  • Rose DM, Hrncir DE. Primary eosinophilic lung diseases. Allergy Asthma Proc Off J Reg State Allergy Soc. febrero de 2013;34(1):19-25.
  • Cordier J-F, Cottin V, Guillevin L, Bel E, Bottero P, Dalhoff K, et al. L5. Eosinophilic granulomatosis with polyangiitis (Churg-Strauss). Presse Médicale Paris Fr 1983. abril de 2013;42(4 Pt 2):507-10.
  • Vaglio A, Buzio C, Zwerina J. Eosinophilic granulomatosis with polyangiitis (Churg-Strauss): state of the art. Allergy. marzo de 2013;68(3):261-73.

sábado, 3 de agosto de 2013

Miositis y artritis infecciosa. Pautas para determinar la cronología

En la entrada anterior de este blog presentamos el caso de un paciente con una importante inflamación a nivel del músculo esternocleidomastoideo en su raíz cervical asociado a una sinovitis de la articulación esterno-clavicular.

Afortunadamente, en la mayor parte de escenarios clínicos la relevancia de determinar qué se produjo primero es baja en tanto que el tratamiento será el mismo. Existen, no obstante ello, situaciones en las que dicha información es relevante para el pronóstico y para el manejo.
En general una miositis infecciosa tiene mucha más probabilidad de producir un estado séptico que una artritis infecciosa. Las artritis infecciosas tienen un patrón epidemiológico sujeto a la localización y a la edad del paciente mientras que las infecciones de músculo son habitualmente procesos secundarios a la inoculación transdérmica de GRAM (+) procedentes de la piel. En ese sentido una correcta filiación permite una mejor orientación del tratamiento antibiótico empírico.

Las articulaciones, los tendones y los músculos son estructuras vecinas en la practica totalidad del cuerpo y por ello, al momento del diagnóstico de procesos infecciosos resulta dificil discriminar cuál fue el fenómeno infeccioso inicial y cuál el que se produjo por simpatía.

Forma de inicio
Las miositis infecciosas suelen tener una puerta de entrada fácilmente reconocible a partir de una lesión tegumentaria cercana a la región afectada. Las artritis infecciosas también pueden presentar una puerta de entrada sin embargo las puertas de entrada tegumentaria en las artritis infecciosas son fundamentalmente en zonas extensoras donde la distancia entre la piel y la articulación es pequeña.

Presentación clínica
Las artritis infecciosas cursan con limitación funcional y dolor de instauración progresiva y que acaba por condicionar la movilidad articular tanto pasiva como activa.
Las miositis infecciosas tienen cursos mucho más aparatosos, fiebre alta y compromiso del estado general. En la exploración física destaca dolor sobre los vientres musculares que comprometen los movimientos activos y muy tardíamente los pasivos.

Compromiso cutáneo
Tanto la miositis como la artritis infecciosa puede asociarse a celulitis por lo que este hallazgo no es especialmente úitl al momento de determinar la temporalidad de los procesos.

Enzimas musculares
La CPK es un enzima que suele encontrarse elevada en procesos de infección muscular. Cuando se distinguen signos clínicos de inflamación articular y muscular simultáneamente la CPK puede aportar mucha información sobre la temporalidad de los sucesos.
Una CPK elevada denota que la fibra muscular ha sido infectada primero y que la sinovitis producida obedece a un proceso de simpatía.
Una CPK baja indica que la sinovitis ocurrió primero y que los hallazgos clínicos o de imagen apreciados son posteriores. Con el tiempo la simpatía del proceso infeccioso genera una inflamación muscular y desde entonces la cifra de CPK se elevará.
Hay que recordar que una simple inyección intramuscular puede movilizar la CPK y que su magnitid depende de la cantidad de fibra muscular expuesta a la infección.

Compromiso cortical
La presencia de datos radiológicos sugestivos de osteomielitis son practicamente indicadores de que el origen del proceso es articular. Se requiere mucho tiempo desde la primoinfección articular para que se produzca una osteomielitis detectable por radiología. Las miositis infecciosas cursan de forma muy aparatosa evitando que la evolución natural permita una osteomielitis por simpatía.

Pruebas de imagen
La radiología, incluida la TC pueden ser de utilidad para determinar el orden cronológico de las infecciones cuando se demuestra la presencia de osteomielitis. Con ese interés la TC es superior a la radiología especialmente en articulaciones de dificil valoración en las proyecciones convencionales anteroposteriores. La RMN es la prueba de elección para determinar la existencia de una osteomielitis especialmente cuando esta es precoz y en ese escenario supera a la TC.
La ecografía musculoesquelética también es de utilidad para determinar el proceso primario y el proceso por simpatía. Las sinovitis de origen infeccioso cursan con una proliferación prominente de la sinovia y el líquido articular presenta signos de detritus que flotan en el interior. La sinovitis por vecindad no presenta gran hiperplasia sinovial ni detritus en el líquido.
La miositis infecciosa primaria se caracteriza por desestructuración de las fibras musculares con presencia de una o más áreas hipoecoicas. Es esperable un aumento del grosor del estrato cutáneo y subcutáneo y la presencia de imagen en "islotes de grasa" a nivel del tejido celular subcutáneo que sugiere una celulitis evolucionada y que se relaciona con la miositis por proximidad. En las miositis por vecindad la desustructación de las fibras es un evento tardío. En etapas precoces se puede apreciar una disminución relativa de la densidad de fibras musculares que refleja la presencia de efusión interfibrilar. En etapas tardías cuando la cápsula sinovial se ha permeabilizado la afectación del tejido muscular circundante hace muy dificil discriminar el orden cronológico.

Referencias

Crum-Cianflone NF. Infection and musculoskeletal conditions: Infectious myositis. Best Pract Res Clin Rheumatol. diciembre de 2006;20(6):1083-97. 


Oda S, Fujinaga H, Takahashi K. Infectious myositis involving the piriformis in a patient with rheumatoid arthritis. Mod Rheumatol Jpn Rheum Assoc. 2006;16(4):260-3. 

O’Neill DS, Baquis G, Moral L. Infectious myositis. A tropical disease steals out of its zone. Postgrad Med. agosto de 1996;100(2):193-4, 199-200. 

Grau J. [Myositis and rhabdomyolysis in the context of infectious diseases. Conceptual boundaries and clinical approaches]. Enfermedades Infecc Microbiol Clínica. febrero de 1994;12(2):49-51. 

Gan L, Miller FW. State of the art: what we know about infectious agents and myositis. Curr Opin Rheumatol. noviembre de 2011;23(6):585-94. 

Goldenberg DL, Reed JI. Bacterial arthritis. N Engl J Med. 21 de marzo de 1985;312(12):764-71. 

Guillén Astete C, Anton Pages F, Vázquez M, Gabilondo Alvarez G, Zea Mendoza A, Canton R. Actitud diagnóstica y terapéutica en artritis séptica. An Reum. 2008;1(7):6-7. 

Guerrero A, Ariza J, Gomis M, Barberán J, Sánchez C, Barros C. Infecciones osteoarticulares y de partes blandas. Protocolos Clínicos SEIMC [Internet]. 2001. Recuperado a partir de: http://www.seimc.org/documentos/protocolos/clinicos/

Nade S. Septic arthritis. Best Pract Res Clin Rheumatol. abril de 2003;17(2):183-200. 

Ross JJ. Septic arthritis. Infect Dis Clin North Am. diciembre de 2005;19(4):799-817. 

Ross JJ, Shamsuddin H. Sternoclavicular septic arthritis: review of 180 cases. Medicine (Baltimore). mayo de 2004;83(3):139-48.



 


lunes, 29 de julio de 2013

Caso clínico: Tumefacción Pectoral II

El presente caso es presentado gracias a la generosa contribución de la Dra. Cristina De La Casa.
Varón de 55 años, sin antecedentes de interés que consulta en dos oportunidades por dolor a nivel del hombro izquierdo región esternal izquierda alta. En ambas oportunidades se interpretó como dolor en relación con patología del manguito rotador.
Cuatro días después de la primera valoración se presenta en urgencias con una tumefacción dolorosa que abarca la superficie de la piel sobre el manubrio esternal y 5 cm hacia el lado izquierdo.
La zona es caliente y eritematosa además que dolorosa a la presión superficial.
La exploración pasiva denota dolor a la rotación externa del brazo y a los movimientos de lateralización del cuello a la derecha y de rotación en ambos sentidos, más especialmente a la derecha.
ANALITICA: Destacaba un hemograma con leucocitos normales. PCR 188 y CPK normal.
La radiografía de torax no mostraba alteraciones intratorácicas destacables.
Vista panorámica de la lesión. Se aprecia un eritema sobre la zona teórica de la articulación esterno-clavicular izquierda. La piel luce brillante y se insinúa una migración del proceso inflamatorio tanto hacia arriba como hacia la izquierda.
TAC torácico. Se aprecia una lesión de 41.4mm de diámetro mayor, de contenido heterogéneo que parece depender de partes blandas sin comprometer estructuras óseas.

 
Detalle de la articulación esterno clavicular izquierda. Se constanta la vecindad de la lesión de partes blandas con la articulación y la correspondiente sinovitis. E: Esternón, CL: Clavícula, 1C: Primera costilla
Con estos hallazgos se indicó el ingreso hospitalario para proseguir el manejo antibiótico intravenoso (se inició cloxacilina). El juicio clínico preliminar fue Miositis del esternocleidomastoideo con afectación de la articulación esternoclavicular. El orden de los procesos no ha sido establecido.
A las 48 horas del ingreso los hemocultivos fueron informados como positivos 2/2 a Staphilococcus aureus.
Durante la hospitalización el paciente cursó con hipotensión y fiebre durante un día. Ha seguido recibiendo tratamiento con cloxacilina IV con buena respuesta clínica aunque la lesión se ha modificado escasamente.
El paciente es VIH (-). La cifra más alta alcanzada de PCR fue 444. Nunca se documentó leucocitosis.
 
En una siguiente entrada revisaremos como discriminar temporalmente una miositis de una artritis infecciosa.
 

viernes, 26 de julio de 2013

Tema de Revisión: Cefalea cervicogénica a propósito de un caso.

La presente revisión es una contribución de la Dra. Cristina Sobrino.

La cefalea cervicogénica es un síndrome, una vía final común, o un patrón de reacción frente a estímulos nociceptivos generados por lesiones en una o varias estructuras anatómicas del cuello, inervadas por nervios cervicales.
Es frecuente, y afecta preferentemente a mujeres de edad media. El patrón temporal de la sintomatología es remitente o crónico. Muchos pacientes tienen antecedentes de traumatismo cervical directo o indirecto (p. ej. aceleración-deceleración cervical) previo al inicio de los síntomas, aunque no siempre se demuestra (1).
Los signos y síntomas que apuntan a la afectación cervical son constantes y característicos del síndrome (2,3): Es estrictamente hemicraneal, bilateral si se duplica,  puediendo irradiarse hacia el cuello y homogéneamente por la extremidad superior ipsilateral. Es de intensidad moderada-severa, de carácter monótono, constante y pesado. Los síntomas y signos vegetativos, presentes en otros tipos de cefaleas, como náuseas, vómitos, fono y fotofobia suelen estar ausentes y, si se presentan, aparecen con menor intensidad. La cefalea puede provocarse por la movilización cervical, especialmente por la hiperextensión mantenida del cuello. El dolor también puede precipitarse por la manipulación cervical, en particular la presión sobre el área nucal u occipital del lado sintomático o sobre las inserciones tendinosas de la región occipital, a lo largo del trayecto del nervio occipital mayor, cara posterior de la apófisis mastoides o sobre la porción superior del músculo esternocleidomastoideo. El examen físico revela casi siempre una limitación de la motilidad cervical hacia el lado sintomático.
Conceptualmente, la dirección de proceso es desde el cuello hacía la cabeza percibiéndose el máximo dolor en la región occipital, pero también se afecta la región oculofrontotemporal. Esta distribución es debida al origen nociceptivo primario en los tejidos del cuello y la convergencia de aferencias sensoriales trigeminales y cervicales a nivel del núcleo trigeminoespinal, “concepto de Kerr” (4,7).
El diagnóstico diferencial (6) debe hacerse con las entidades de cefalea tnsional, hemicránea continua, migraña, síndrome cuello-lengua, neuralgia del occipital, distonía craneocervical, tendiditis retrofaríngea, disección carotídea, hemicrania paroxística crónica, neuralgia supraorbitaria, principalmente.
Las exploraciones complementarias son, en general, negativas, y no permiten identificar anomalías anatómicas ni funcionales relacionadas con el proceso. La RMN de columna cervical debe realizarse para descartar lesiones estructurales intrarraquídeas. Por lo tanto el diagnóstico de la cefalea cervicogénica se basa principalmente en la clínica compatible y los signos de la exploración física y debe ser confirmado por la desaparición o disminución transitoria de la sintomatología tras el bloqueo anestésico apropiado (5).
En la cefalea cervicogénica el bloqueo anestésico en la diana apropiada propicia la abolición transitoria del dolor en la región occipital y frontal (1). La extensión del beneficio a territorios (frontal) no dependientes del nervio anestesiado fortalece el diagnóstico. Los bloqueos diagnósticos deben efectuarse en los nervios raíces o estructuras sospechosas de causar o mediar el dolor. Las dianas habituales son el nervio occipital mayor, el nervio occipital menor, la raíz C2 (y otras), las facetas articulares de las vertebras cervicales, y los discos intervertebrales.
Las formas crónicas requieren tratamiento preventivo con amitriptilina o fármacos antineurálgicos. Diversos procedimientos lesivos, fundamentalmente con radiofrecuencia, pueden ser necesarios para erradicar el dolor. Previamente debe identificarse la diana terapéutica y estimar la respuesta a los bloqueos anestésicos locales.


Imagen ecográfica mostrando la arteria occipital en un corte transversal con la sonda aplicada sobre la zona mostrada en la fotografía superior.

CASO CLÍNICO
Presentamos el caso de un varón de 89 años, que consulta por  intenso dolor hemicraneal derecho, con origen en región occipital derecha, irradiado hacia frontotemporal y miembro superior ipsilateral. El dolor es de aparición repentina, sin antecedente traumático ni sobreesfuerzo previo. Es de características opresivas y constante, negando un carácter lancinante ni eléctrico del mismo. El dolor irradiado llega hasta el codo, viéndose limitada la funcionalidad de la extremidad, asi como los movimientos cervicales, que reagudizan el dolor. No presenta signos de disfunción sensitiva en la zona afecta.
En la exploración física destaca la rigidez cervical como efecto antiálgico, la provocación del dolor a la palpación en apófisis mastoides y recorrido del nervio occipital mayor derechos, asi como al forzar la movilidad cervical. No se detectan alteraciones de la sensibiliad ni la fuerza en el miembro afectado, manteniendo los reflejos osteotendinosos conservados.
La radiografía no revelaba ninguna afectación ósea ni de partes blandas, evidenciándose únicamente cambios degenerativos, con osteofitos aislados, conservando la alineación vertebral.
Tras haber intentado sin éxito el tratamiento del dolor de forma farmacológica con paracetamol, AINEs y relajante muscular, se decide realizar infiltración del nervio occipital mayor. Para ello se coloca al paciente en decúbito prono, forzando la hiperflexión cervical. Se localiza con sonda de ecografía el recorrido de la arteria occipital mayor, sirviendo como referencia para localizar finalmente el punto de emergencia del nervio en la linea nucal media entre la mastoides y la protuberancia occipital, de forma medial a la arteria, intentando encontrar un punto de mayor sensibilidad. Se inyectaron 40mg de triamcinolona junto con bupivacaína al 2%, hasta completar 3ml.  (VER FOTOGRAFIAS)
El paciente refirió mejoría inmediata de la sintomatología, que persistió sin reagudización de la misma tras 2 horas de observación. Remitió la cefalea hemicraneal, no apareciendo el dolor con la provocación en la exploración física, evidenciándose al mismo tiempo una mejoría clara de la movilidad cervical asi como funcional del brazo derecho.

Bibliografía
  1. O'Mullony I., Lafuente A., Pareja J. A.. Cefalea cervicogénica: Diagnóstico, diagnóstico diferencial y principios generales del tratamiento. Rev. Soc. Esp. Dolor [revista en la Internet]. 2005 Feb [citado 2013 Jul 25] ; 12(1): 24-32.
  2. Sjaastad O, Fredriksen TA, Pfaffenrath V. Cervicogenic headache: diagnostic criteria. Headache 1990; 30: 725-6.
  3. Sjaastad O, Fredriksen TA, Pfaffenrath V. Cervicogenic headache: diagnostic criteria. Headache 1998; 38: 442-5.
  4. Sjaastad O, Salvesen R, Jansen J, Fredriksen TA. Cervicogenic headache a critical view on pathogenesis. Funct Neurol 1998; 13: 71-4.
  5. Antonaci F, Ghirmai S, Bono G, et al. Cervicogenic headache: evaluation of the original diagnostic criteria. Cephalalgia 2001; 21: 573-83.
  6. Pareja JA. Cervicogenic headache: differential diagnosis. EHF. London: Smith-Gordon, 2003.
  7. Pfaffenrath V, Danchekar R, Pollmann W. Cervicogenic headache- the clinical picture, radiological findings and hypotheses on its pathophysiology. Headache 1987; 27: 445-59.

martes, 23 de julio de 2013

Dedos en palillo de tambor

Agradecemos la presente revisión corta a las Dras. Carmen Medina y Mónica Vázquez.

La Osteoartropatía hipertrófica (HOA) se caracteriza por artralgias que afectan metacarpos, muñecas, codos, tobillos y rodillas; acropaquias y  proliferación perióstica de los huesos largos, encontrándose rara vez en los niños y adolescentes. La HOA puede ser primaria o paquidermoperiostosis (hereditaria o idiopática), o secundaria en su mayoría abarcando un 95-97% de casos. (1).
La HOA primaria suele ser de curso insidioso y sus manifestaciones pueden incluir paquidermia, periostitis y surcos de aspecto cerebriforme a nivel del cuero cabelludo así como acropaquias y poliartralgias.


Más del 80% de casos en adultos se asocia a malignidad, pero también se ha vinculado a condiciones crónicas pulmonares o cardiacas como los shunts izquierda-derecha, y menos frecuentemente a cirrosis hepática o enfermedades intestinales. La asociación de osteoartropatía pulmonar hipertrófica (HPO) con el cáncer de pulmón se ha investigado desde la década de 1960`s (Síndrome de Pierre Marie-Bamberger). El cáncer de pulmón, una causa común de HOA en los adultos, rara vez se encuentra en los niños y adolescentes. Mientras que el cáncer de pulmón de células no-pequeñas como el adenocarcinoma y el carcinoma de células escamosas son los subtipos histológicos más comunes que se observan en los adultos, los tumores carcinoides bronquiales representan hasta el 80% de los cánceres pulmonares infantiles. (2) Otras neoplasias en edad adulta asociadas a esta entidad paraneoplásica reumatológica son la enfermedad pulmonar metastásica, mesotelioma, carcinoma esofágico, hepatocarcinoma, rabdomiosarcoma y tumor de células claras renales. En los niños la mayoría de los casos se deben a causas no tumorales, como la fibrosis quística, osteosarcoma con metástasis pulmonares, la atresia biliar y la enfermedad cardíaca congénita. La malignidad asociada HOA en niños y adultos jóvenes no está bien documentada, pero hay una serie de informes de casos que describen la asociación con el carcinoma de la nasofaringe, osteosarcoma, rabdomiosarcoma, linfoma de Hodgkin, el carcinoma tímico y el mesotelioma pleural. (3) (4)
Hasta el 5% de los adultos con cáncer de pulmón demuestran signos de HOA. Se insiste en que si se diagnostica esta entidad debe solicitarse de manera rutinaria una radiografía de tórax.
La gammagrafía ósea muestra una alta captación simétrica anormal en las articulaciones y / o de los huesos largos, lo que se considera sugestivo de HPO. Si  los pacientes también tienen hipocratismo digital y artralgias se consideran que tienen un diagnóstico confirmado de HPO.

La patogénesis exacta de HOA no es muy certera. Se sugiere que los procesos que interrumpen la circulación pulmonar evitan la fragmentación normal de las plaquetas en el lecho capilar. Esto permite que los megacariocitos o los grandes acúmulos de plaquetas entren en la circulación sistémica en donde pueden viajar a las extremidades y liberar el factor de crecimiento derivado de plaquetas (PDGF) que conduce a la proliferación vascular, edema y formación de hueso nuevo. (5) El factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF) también se cree que contribuye al desarrollo de HOA. Éste último se expresa más en la hipoxia y la malignidad (6) y así como el PDGF, puede inducir hiperplasia vascular, formación de hueso nuevo y el edema. (7)
Los síntomas de la HOA maligna a menudo se resuelven con la eliminación del tumor o del tratamiento con quimioterapia/radioterapia. (8) Los analgésicos convencionales, en particular anti-inflamatorios no esteroideos se utilizan a menudo, y los bifosfonatos por vía intravenosa u octreotide han demostrado mejorar los síntomas (9).

Bibliografía

  1. Martinez-Lavin M, Matucci-Cerinic M, Jajic I, Pineda C. Hypertrophic osteoarthropathy: consensus on its definition, classification, assessment and diagnostic criteria. J Rheumatol. 1993;20:1386–7.
  2. Hartman GE, Shochat SJ. Primary pulmonary neoplasms of childhood: a review. Ann Thorac Surg. 1983;36:108–19
  3. Geary TR, Maclennan AC, Irwin GJ. Hypertrophic osteoarthropathy in primary liver rhabdomyosarcoma. Pediatr Radiol. 2004;34:250–2
  4. Staalman CR, Umans U. Hypertrophic osteoarthropathy in childhood malignancy. Med Pediatr Oncol. 1993;21:676–9.
  5. Dickinson CJ, Martin JF. Megakaryocytes and platelet clumps as the cause of finger clubbing. Lancet. 1987;2:1434–5.
  6. Dvorak HF. Vascular permeability factor/vascular endothelial growth factor: a critical cytokine in tumor angiogenesis and a potential target for diagnosis and therapy. J Clin Oncol. 2002;20:4368–80.
  7. Atkinson S, Fox SB. Vascular endothelial growth factor (VEGF)-A and platelet-derived growth factor (PDGF) play a central role in the pathogenesis of digital clubbing. J Pathol. 2004;203:721–8.
  8. Ulusakarya A, Gumus Y, Brahimi N, et al. Symptoms in cancer patients and an unusual tumor: Case 1. Regression of hypertrophic pulmonary osteoarthropathy following chemotherapy for lung metastases of a nasopharyngeal carcinoma. J Clin Oncol. 2005;23:9422–3.
  9. Nguyen S, Hojjati M, et al. Review of current therapies for secondary hypertrophic pulmonary osteoarthropathy. Clin Rheumatol. 2011 Jan;30(1):7-13.Izumi M, Takayama K, Yabuuchi H, et al. Incidence of hypertrophic pulmonary osteoarthropathy associated with primary lung cancer. Respirology. 2010 Jul;15(5):809-12.

miércoles, 17 de julio de 2013

Deformaciones del dorso del pie

En esta entrada vamos a presentar tres deformaciones del aparato articular del tobillo y tarso del pie.

El pie erizo o pie "en cresta de gallo"
Se trata de una proliferación cálcica que se desarrolla de dentro hacia fuera de la articulación astrágalo escaofidea o tibio astragalina y que le da a estas articulaciones un aspecto de erizo o de cresta. Como cualquier articulación afectada por el depósito de microcristales, el proceso inflamatorio en si mismo es característico de un brote de monoartritis. No obstante el defecto mecánico que produce la proliferación cálcica afecta a los tendones tibial anterior, extensor del primer dedo o al extensor común de los dedos.

Foto cortesía de la Dra. A. Boteanu.

El pie del ultramaratonista o pie de la bailarina de ballet
Esta deformación es exclusiva de la articulación cuneidonavicular. Como consecuencia de un proceso adaptativo, las vertientes de la articulación proliferan hacia superficial con el fin de incrementar la superficie de apoyo del hueso navicular sobre la cuña. Excepcionalmente se puede observar en la articulación astrágalo escafoidea. La distinción radiológica respecto del cuadro anterior radica en la existencia de corticales íntegras y bien definidas.


Osteoartropatía diabética
La complicación ósea más importante de la diabetes es la consecuente a una infección profunda en el llamado pie diabético. Menos conocido es el efecto que a nivel periarticular tiene la diabetes en la formación de una reacción perióstica muy proliferativa que aparece habitualmente en la vertiente proximal de la articulación astrágalo escafoidea. Otro hallazgo remarcable es que la cortical original muestra un cambio esclerótico intenso fácilmente distinguible de otras corticales.

Esta fotografía ha sido obtenida de Neuropathic Joint and Osteomyelitis in Diabetes

Para resumir, al valorar una deformación del dorso del pie cabe tener en cuenta si es o no dependiente de la articulación, si tiene cortical o si una neocalcificación.

viernes, 5 de julio de 2013

Hepatitis B y C en Reumatología: Simplificando la información.

La siguiente revisión práctica es una gentil colaboración de la Dra. Cristina Macía.
 
 
El screening de los virus hepatotropos B y C forma parte de nuestra práctica médica habitual, principalmente antes de iniciar un tratamiento biológico (aunque según las últimas opiniones de expertos más estrictas, deberíamos pedirlos antes de iniciar cualquier tipo de nmunosupresor).
 
El problema surge cuando el resultado no es 100% negativo, sino que nos encontramos un incómodo anticuerpo positivo que nos cuesta tanto interpretar. Los compañeros de Gastroenterología siempre estarán a mano para cualquier duda o incluso para tomar decisiones conjuntas, pero como reumatólogos podemos y debemos saber qué patrones de anticuerpos se nos pueden presentar, y cómo actuar ante ellos.
 
De los dos tipos de virus que nos ocupan, el VHC es el más sencillo. ¿Qué tenemos que pedir? Ac anti VHC: si sale positivo, pediremos la PCR para RNA del VHC (si es positivo confirma infección activa) y genotipo del VHC. Aunque tengamos un paciente con VHC positivo, el tratamiento con fármacos biológicos (siempre en consenso con Gastroenterología) con Rituximab y antiTNF (sobre todo Etanercept) es seguro, y así lo han demostrado, incluso en el caso de los antiTNF aumentando el aclaramiento viral.
 
Los mayores quebraderos de cabeza nos los da el VHB. Hemos intentado simplificar las últimas informaciones:
 
            - Según las últimas publicaciones y presentaciones en congresos,  podemos tratar a un paciente con VHB controlado con MTX a dosis bajas y biológico (especialmente Tocilizumab) EXCEPTO RITUXIMAB.
 
            - ¿Quién es cada anticuerpo y antígeno?:
o   Ac HBs “el bueno” à protección
o   Ag HBe “el feo” à el virus se está replicando, paciente contagioso
o   Ag HBs “el malo” à infección, VHB positivo
o   Ac HBc “maybe” à quizás haya estado en contacto
 
 

REFERENCIAS
  • Saag KG, Teng GG, Patkar MN, Anuntiyo J, et al. American College of Rheumatology 2008 Recommendations for the Use of Nonbiologic and Biologic Disease-Modifying Antirheumatic Drugs in Rheumatoid Arthritis. Arthritis & Rheumatism (Arthritis Care & Research) Vol. 59, No. 6, June 15, 2008, pp 762–784.
  • Singh JA, Furst DE, Bharat A, Curtis JR, et al. 2012 Update of the 2008 American College of Rheumatology Recommendations for the Use of Disease-Modifying Antirheumatic Drugs and Biologic Agents in the Treatment of Rheumatoid Arthritis. Arthritis Care & Research
Vol. 64, No. 5, May 2012, pp 625–639.
  •  
  • Joung-Liang Lan, Yi-Ming Chen, Tsu-Yi Hsieh, Yi-Hsing Chen, Chia-Wei Hsieh,  Der-Yuan Chen,  Sheng-Shun Yang. Kinetics of viral loads and risk of hepatitis B virus reactivation in hepatitis B core antibody-positive rheumatoid arthritis patients undergoing anti-tumour necrosis factor alpha therapy. Ann Rheum Dis 2011;70:1719–1725.
  • D Vassilopoulos, A Apostolopoulou, E Hadziyannis, G V Papatheodoridis, S Manolakopoulos, J Koskinas, E K Manesis, A I Archimandritis. Long-term safety of anti-TNF treatment in patients with rheumatic diseases and chronic or resolved hepatitis B virus infection. Ann Rheum Dis 2010;69:1352–1355.
  • Tina Ding, Jo Ledingham, Raashid Luqmani, Sarah Westlake, et al. BSR and BHPR rheumatoid arthritis guidelines on safety of anti-TNF therapies. Rheumatology (Oxford). 2010 Nov;49(11):2217-9

 

 

 

 



miércoles, 3 de julio de 2013

Otro diagnóstico diferencial de la lumbociática y la sacroilitis: Osteitis Condensans Ilii

La osteitis condensante iliaca (OCI) es una entidad considerada como benigna que se caracteriza por producir dolor lumbar axial bajo de ritmo inflamatorio. Esto hace que se confunda a menudo con otras entidades más conocidas como la sacroilitis o el síndrome piramidal.

La OCI se considera una enfermedad rara, se presenta fundamentalmente en sujetos de sexo femenino (4:1) y su instalación se da antes de la cuarta década de vida.

Desde el punto de vista clínico, los pacientes manifiestan molestias a nivel de la zona lumbar baja que pueden simular simples contracturas musculares hasta cuadros compatibles con sacroilitis. Si bien el dolor se exacerba con la actividad física, los pacientes también pueden manifestar dolor durante el decúbito que incluso puede interrumpir el sueño. Suele presentarse de forma intermitente, dejando periodos de tiempo variables en situación asintomática. Los pacientes presentan una irradiación que se extiende exclusivamente a la región glútea pero sin describir un perfil neuropático. No se observan signos de mielopatía, radiculopatía ni evidencias que sugieran el compromiso de los isquiotibiales. Las maniobras de estiramiento del ciático son siempre negativas y característicamente la maniobra de Fabere es positiva denotando un bloqueo de la articulación sacroiliaca. Debido al grupo de edad en el que se producen estas manifestaciones, no es infrecuente que la orientación clínica considere procesos inflamatorios autoinmunes como las espondiloartritis sin embargo los pacientes con OCI no presentan sintomatología sistémica.

Desde el punto de vista radiológico la OCI se manifiesta como una característica esclerosis subcondral y ósea que compromete exclusivamente la vertiente iliaca de la articulación sacroiliaca (aurícula iliaca) y habitualmente de forma bilateral. Característicamente la imagen asociada es una esclerosis "en triángulo". El espacio sacroiliaco suele encontrarse respetado y no se evidencian erosiones ni puentes óseos. A diferencia de los procesos neoproliferativos secundarios, las OCI no cursan con osteolisis.

TC pelvis en el que se aprecia claramente el fenómeno de osteitis en la aurícula del hueso iliaco izquierdo

La fisiopatología de esta enfermedad sigue siendo poco clara. En sus primeras descripciones en 1933 se la asoció con el puerperio. Las hipótesis más plausibles sugerían que la compresión ejercida por un útero grávido sobre ciertas ramas de la arteria aorta producía un fenómeno isquémico crónico que desencadenaba el proceso. Otras teorías se fundaban en la propia sobracarga de tensión generada por el embarazo sobre la pelvis. Desafortunadamente estas hipotésis han perdido peso en tanto la OCI se ha observado en varones y mujeres que nunca han estado embarazadas. La histopatología de estas lesiones tampoco apoyan la teoría de la isquemia: Se ha determinado que la osteitis que caracteriza esta entidad no es un proceso inflamatorio sino que se produce por la sobreimposición de tejido óseo de tipo laminar.

A continuación una tabla útil en el diagnóstico diferencial de los procesos que suelen confundirse con una OCI

OCI
Sacroilitis
Esp. Anquil.
Metástasis
Sexo predominante
Femenino
Femenino
Masculino
Cualquiera
Dolor lumbar bajo
Presente
Presente
Presente
Inconstante
Estrechamiento del espacio sacroiliaco
Ausente
Presente
Presente
Variable
Esclerosis triangular que afecta al iliaco
Presente
Ausente
Ausente
Ausente
HLAB27
Usualmente negativo
Negativo
Positivo
Negativo
Compromiso sistémico
Ausente
Ausente
Presente
Presente

Tratamiento de la OCI
La OCI no tiene un tratamiento efectivo conocido. Las múltiples series descritas en la literatura ofrecen distintas alternativas con diferentes resultados. De acuerdo a la regularidad e intensidad de los síntomas se puede optar por no tratar en absoluto, por utilizar AINEs a demanda o incluso recurrir a la resección del fragmento óseo osteítico. De todas las estrategias, ésta parece ser la que mejores resultados produce sin embargo está reservada para aquellos casos muy sintomáticos que no responden a manejo oral. 

Bibliografía consultada
Vadivelu R, Green TP, Bhatt R. An uncommon cause of back pain in pregnancy. Postgrad Med J 2005;81:65–7.
Clarke DP, Higgins JN, Valentine AR, et al. Magnetic resonance imaging of osteitis condensans ilii. Br J Rheumatol 1994;33:599–600.
Olivieri I, Ferri S, Barozzi L. Osteitis condensans ilii. Br J Rheumatol 1996;35:295–7.
Peh WC. Osteitis condensans ilii. Am J Orthop Belle Mead Nj 2001;30:356.
Wagh S. Osteitis condensans ilii. J Assoc Physicians India 2010;58:41.
Mitra R. Osteitis Condensans Ilii. Rheumatol Int 2010;30:293–6.
Jenks K, Meikle G, Gray A, et al. Osteitis condensans ilii: a significant association with sacroiliac joint tenderness in women. Int J Rheum Dis 2009;12:39–43.
Tuite MJ. Sacroiliac joint imaging. Semin Musculoskelet Radiol 2008;12:72–82.