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viernes, 26 de julio de 2013

Tema de Revisión: Cefalea cervicogénica a propósito de un caso.

La presente revisión es una contribución de la Dra. Cristina Sobrino.

La cefalea cervicogénica es un síndrome, una vía final común, o un patrón de reacción frente a estímulos nociceptivos generados por lesiones en una o varias estructuras anatómicas del cuello, inervadas por nervios cervicales.
Es frecuente, y afecta preferentemente a mujeres de edad media. El patrón temporal de la sintomatología es remitente o crónico. Muchos pacientes tienen antecedentes de traumatismo cervical directo o indirecto (p. ej. aceleración-deceleración cervical) previo al inicio de los síntomas, aunque no siempre se demuestra (1).
Los signos y síntomas que apuntan a la afectación cervical son constantes y característicos del síndrome (2,3): Es estrictamente hemicraneal, bilateral si se duplica,  puediendo irradiarse hacia el cuello y homogéneamente por la extremidad superior ipsilateral. Es de intensidad moderada-severa, de carácter monótono, constante y pesado. Los síntomas y signos vegetativos, presentes en otros tipos de cefaleas, como náuseas, vómitos, fono y fotofobia suelen estar ausentes y, si se presentan, aparecen con menor intensidad. La cefalea puede provocarse por la movilización cervical, especialmente por la hiperextensión mantenida del cuello. El dolor también puede precipitarse por la manipulación cervical, en particular la presión sobre el área nucal u occipital del lado sintomático o sobre las inserciones tendinosas de la región occipital, a lo largo del trayecto del nervio occipital mayor, cara posterior de la apófisis mastoides o sobre la porción superior del músculo esternocleidomastoideo. El examen físico revela casi siempre una limitación de la motilidad cervical hacia el lado sintomático.
Conceptualmente, la dirección de proceso es desde el cuello hacía la cabeza percibiéndose el máximo dolor en la región occipital, pero también se afecta la región oculofrontotemporal. Esta distribución es debida al origen nociceptivo primario en los tejidos del cuello y la convergencia de aferencias sensoriales trigeminales y cervicales a nivel del núcleo trigeminoespinal, “concepto de Kerr” (4,7).
El diagnóstico diferencial (6) debe hacerse con las entidades de cefalea tnsional, hemicránea continua, migraña, síndrome cuello-lengua, neuralgia del occipital, distonía craneocervical, tendiditis retrofaríngea, disección carotídea, hemicrania paroxística crónica, neuralgia supraorbitaria, principalmente.
Las exploraciones complementarias son, en general, negativas, y no permiten identificar anomalías anatómicas ni funcionales relacionadas con el proceso. La RMN de columna cervical debe realizarse para descartar lesiones estructurales intrarraquídeas. Por lo tanto el diagnóstico de la cefalea cervicogénica se basa principalmente en la clínica compatible y los signos de la exploración física y debe ser confirmado por la desaparición o disminución transitoria de la sintomatología tras el bloqueo anestésico apropiado (5).
En la cefalea cervicogénica el bloqueo anestésico en la diana apropiada propicia la abolición transitoria del dolor en la región occipital y frontal (1). La extensión del beneficio a territorios (frontal) no dependientes del nervio anestesiado fortalece el diagnóstico. Los bloqueos diagnósticos deben efectuarse en los nervios raíces o estructuras sospechosas de causar o mediar el dolor. Las dianas habituales son el nervio occipital mayor, el nervio occipital menor, la raíz C2 (y otras), las facetas articulares de las vertebras cervicales, y los discos intervertebrales.
Las formas crónicas requieren tratamiento preventivo con amitriptilina o fármacos antineurálgicos. Diversos procedimientos lesivos, fundamentalmente con radiofrecuencia, pueden ser necesarios para erradicar el dolor. Previamente debe identificarse la diana terapéutica y estimar la respuesta a los bloqueos anestésicos locales.


Imagen ecográfica mostrando la arteria occipital en un corte transversal con la sonda aplicada sobre la zona mostrada en la fotografía superior.

CASO CLÍNICO
Presentamos el caso de un varón de 89 años, que consulta por  intenso dolor hemicraneal derecho, con origen en región occipital derecha, irradiado hacia frontotemporal y miembro superior ipsilateral. El dolor es de aparición repentina, sin antecedente traumático ni sobreesfuerzo previo. Es de características opresivas y constante, negando un carácter lancinante ni eléctrico del mismo. El dolor irradiado llega hasta el codo, viéndose limitada la funcionalidad de la extremidad, asi como los movimientos cervicales, que reagudizan el dolor. No presenta signos de disfunción sensitiva en la zona afecta.
En la exploración física destaca la rigidez cervical como efecto antiálgico, la provocación del dolor a la palpación en apófisis mastoides y recorrido del nervio occipital mayor derechos, asi como al forzar la movilidad cervical. No se detectan alteraciones de la sensibiliad ni la fuerza en el miembro afectado, manteniendo los reflejos osteotendinosos conservados.
La radiografía no revelaba ninguna afectación ósea ni de partes blandas, evidenciándose únicamente cambios degenerativos, con osteofitos aislados, conservando la alineación vertebral.
Tras haber intentado sin éxito el tratamiento del dolor de forma farmacológica con paracetamol, AINEs y relajante muscular, se decide realizar infiltración del nervio occipital mayor. Para ello se coloca al paciente en decúbito prono, forzando la hiperflexión cervical. Se localiza con sonda de ecografía el recorrido de la arteria occipital mayor, sirviendo como referencia para localizar finalmente el punto de emergencia del nervio en la linea nucal media entre la mastoides y la protuberancia occipital, de forma medial a la arteria, intentando encontrar un punto de mayor sensibilidad. Se inyectaron 40mg de triamcinolona junto con bupivacaína al 2%, hasta completar 3ml.  (VER FOTOGRAFIAS)
El paciente refirió mejoría inmediata de la sintomatología, que persistió sin reagudización de la misma tras 2 horas de observación. Remitió la cefalea hemicraneal, no apareciendo el dolor con la provocación en la exploración física, evidenciándose al mismo tiempo una mejoría clara de la movilidad cervical asi como funcional del brazo derecho.

Bibliografía
  1. O'Mullony I., Lafuente A., Pareja J. A.. Cefalea cervicogénica: Diagnóstico, diagnóstico diferencial y principios generales del tratamiento. Rev. Soc. Esp. Dolor [revista en la Internet]. 2005 Feb [citado 2013 Jul 25] ; 12(1): 24-32.
  2. Sjaastad O, Fredriksen TA, Pfaffenrath V. Cervicogenic headache: diagnostic criteria. Headache 1990; 30: 725-6.
  3. Sjaastad O, Fredriksen TA, Pfaffenrath V. Cervicogenic headache: diagnostic criteria. Headache 1998; 38: 442-5.
  4. Sjaastad O, Salvesen R, Jansen J, Fredriksen TA. Cervicogenic headache a critical view on pathogenesis. Funct Neurol 1998; 13: 71-4.
  5. Antonaci F, Ghirmai S, Bono G, et al. Cervicogenic headache: evaluation of the original diagnostic criteria. Cephalalgia 2001; 21: 573-83.
  6. Pareja JA. Cervicogenic headache: differential diagnosis. EHF. London: Smith-Gordon, 2003.
  7. Pfaffenrath V, Danchekar R, Pollmann W. Cervicogenic headache- the clinical picture, radiological findings and hypotheses on its pathophysiology. Headache 1987; 27: 445-59.

lunes, 25 de febrero de 2013

Artrocentesis o infiltraciones en pacientes anticoagulados ¿Son seguras?

La decisión de realizar una artrocentesis depende de muchos aspectos. Fundamentalmente está la necesidad de filiar el origen de una monoartritis u oligoartritis cuando se desconoce su naturaleza o cuando esta puede estar razonablemente distribuida entre la patología infecciosa y la inflamatoria.
El conocimiento previo de la naturaleza del origen del aumento de tamaño de una articulación es otro factor que determina nuestra decisión de practicar una artrocentesis: Una articulación voluminosa y en la que demostramos efusión es mucho más atractiva que una en la que predomina la hiperplasia sinovial o los tabiques fibrosos. Desafortunadamente, la semiología clínica puede resultar insuficiente para respaldar la toma de decisiones y hay que recurrir a las pruebas de imagen.
Finalmente, un tercer aspecto fundamental radica en la experiencia que tenga el clínico en la realización de este procedimiento en distintas articulaciones. 
Otros aspectos menos relevantes son la potencial capacidad terapéutica de la evacuación, la posibilidad de realizar infiltraciones medicadas o el hecho de que el paciente esté o no anticoagulado.

Al respecto de este último aspecto no existe ningún acuerdo que estableza cuál es la cifra de índice normalizado internacional de coagulación (INR) más allá del cual la seguridad del procedimiento esté comprometida. 
Ya hemos comentado que cuando la sospecha de monoatritis infecciosa está establecida, la artrocentesis y el inicio del tratamiento antibiótico no debe diferirse. Esto podría condicionar que ante un paciente anticoagulado se decida, por ejemplo, proceder a una reversión de la anticoagulación antes de realizar una artrocentesis o indicar el tratamiento antibiótico empírico antes de enviar las muestras de líquido sinovial para su estudio microbiológico.

En 2012, Ahmed y colaboradores publicaron  un estudio para determinar la seguridad de la realización de infiltraciones en pacientes anticoagulados por medio de un estudio retrospectivo en el que valoraron las complicaciones que se produjeron tras la infiltración o artrocentesis de 540 pacientes (614 procedimientos). Los autores hicieron un estudio de cohortes retrospectivo en el que dividieron los pacientes según si tenían un INR superior o inferior a 2.0.

En el grupo de pacientes con INR superior a 2.0 el rango alcanzó el 7.8 (456 pacientes). En este grupo se produjo 1 sola complicación de sangrado, representando el 0.2%. Otras complicaciones menores fueron similares en ambos grupos.
Detalles a destacar de este estudio es que muchos de los pacientes a los que se les practicó artrocentesis además se encontraban antiagregados o doblemente antiagregados incluso en mayor proporción quienes tenían un INR superior a 2.0 que en el resto de pacientes.
Una importante característica de este estudio es que los casos corresponden a pacientes que fueron tratados por patologías inflamatorias y mecánicas distribuidos en ambos grupos y que los procedimientos fueron realizados por traumatólogos, médicos generales, urgencistas y reumatólogos.

No existen otros estudios que hayan demostrado riesgo en la práctica de infiltraciones o artrocentesis en pacientes anticoagulados.

De momento, a la luz de la evidencia y de la opinión de expertos (que ya hemos comentado en otras entradas) la decisión de diferir una artrocentesis diagnóstica sería cuestionable cuando, por ejemplo, existe la sospecha diagnóstica de artritis infecciosa.

Referencia

Ahmed I. Gerter E.Safety of arthrocentesis and joint injection in patients receiving anticoagulation at therapeutic levels.Am J Med 2012 Mar;125(3):265-9


miércoles, 20 de junio de 2012

¿En qué punto nos encontramos en la artrocentesis e infiltraciones eco-guiadas?

En varias entradas previas hemos comentado el valor añadido que presta la realización de una ecografía musculoesquelética para la valoración de múltiples patologías (mecánicas o inflamatorias). En esta ocasión, Mandl y colaboradores nos presentan un interesante estudio basado en encuestas que ha sido publicada a inicios de este año en Rheumatology.


El objetivo de este trabajo fue el de valorar en qué situación nos encontramos respecto al uso de la ecografía como herramienta para la guía de las infiltraciones y la artrocentesis. Para ello, el grupo de investigadores remitió a distintos grupos de reumatólogos que forman parte del EULAR una encuesta por vía electrónica o postal. Los encuestados fueron 44 Sociedades Nacionales de Reumatología, 29 sociedades nacionales de la Federación Europea de Sociedades para Ultrasonido en Medicina y Biología y a 22 reumatólogos expertos en punciones eco-guiadas  de las 14 naciones europeas que se encuentran incluidas en los programas nacionales o internacionales de formación de residentes en dicha técnica.

Resultados:
  • En más del 80% de países, un 60% de los reumatólogos realizan infiltraciones y artrocentesis convencionales solamente y menos de un 5% ecografía musculoesquelética.
  • En menos del 10% de países, un 0% de reumatólogos realizan infiltraciones y artrocentesis convencionales solamente, casi un 60% realizan ecografías musculoesqueléticas y un 85% están entrenados en la realización de punciones ecoguiadas.
  • En un 10 a 50% de países,  la realización de ecografías musculoesqueléticas no la realizan más que un 30% de reumatólogos y las punciones eco-guiadas no más del 20%.
  • La articulación que con mayor frecuencia se punciona bajo guía ecográfica es el hombro (100%), seguida dle tobillo (82%), la rodilla y codo (80%). La que menos, las facetarias (10%). Los porcentajes son los totales de encuestados que realizan punciones eco-guiadas. 
Un dato curioso lo constituye el grado de asepcia que revelaron los encuestados en cuanto a la sonda durante la realización de la punción eco-guiada:  32% de los usuarios refirió utilizar un condón estéril y un gel estéril para la sonda, 20% solo gel estéril, 20% solo condón estéril, 30% sólo limpieza de la zona y un 10% ninguno de los anteriores (no desinfección).

Según estos resultados, la práctica de la ecografía musculoesquelética como guía de las infiltraciones y artrocentesis sigue siendo una tarea pendiente y además su apropiada utilización en términos de desinfección un tema a tratar.

Referencia:
  • Mandl P, Naredo E, Conaghan PG, D’Agostino M-A, Wakefield RJ, Bachta A, et al. Practice of ultrasound-guided arthrocentesis and joint injection, including training and implementation, in Europe: results of a survey of experts and scientific societies. Rheumatology (Oxford). 2012 ene;51(1):184–90.